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"Ver bebés a veces me hace pensar que así pudo haber sido el mío"

  • Por Carolina Pájaro | En Twitter @CaroPajaro
  • 11 jul 2017
  • 2 Min. de lectura

Ver esas dos rayitas del test de embarazo y, sin pensarlo dos veces, saber qué es lo que vas a hacer. Acudir a tus amigas, que saben tanto del tema como vos, o menos. Leer las mil páginas que encontrás en Google. Y casi sin dudarlo, abortar.

Yo aborté. Fue hace dos años, tenía 18 años, hablé con mi novio que estábamos hacia un par de meses y ni lo dudamos, los dos pensábamos igual. Fui a una farmacia que está frente a un hospital público, una zona medio de mierda y en un lugar casi escondido, pero una farmacia en fin. Pedí unas pastillas llamadas Misoprostol. Estas no se pueden vender sin receta, aunque según la farmacéutica hasta cuatro es legal. Por sus efectos secundarios, se usan para cortar un embarazo. Compre 12 pastillas que salen $100 cada una. Para producirlo, vía vaginal son 4 pastillas cada seis horas.


Después de una noche llena de dolores de ovarios, contracciones y un poco de nauseas llega el momento, el fin de ese embarazo no deseado. No fui a ningún médico para que me revise por miedo a que no se cope y que no guarde el secreto. Y así estaba, sola, jugando con la suerte que no haya quedado nada que me haga mal.


Después nada era igual, hablar del tema se me hace difícil sin acordarme de ese baño lleno de sangre. Ver bebés a veces me hace pensar que así pudo haber sido el mío. Escuchar las distintas opiniones sobre si tiene que ser legal o no el aborto, me da ganas de contar mi experiencia, pero no puedo.


Tenes a la sociedad que te reprime, no te deja decidir sobre tu cuerpo, ni hablar de tu experiencia. En mi caso información había, fue un descuido. Pero en tantos otros la violación o la falta de educación sexual es la responsable de este tipo de abortos. Y no tenemos a nadie que se haga cargo.


Me acuerdo como si hubiese sido ayer. El trauma no es fácil de superar, pero sobre todo la soledad de tener que hacerlo así, sin que alguien sepa, sin tener ayuda de nadie. Mi novio me acompañó en los momentos que podía, pero ver que la situación le hacía mal me forzaba a tener que sacar una sonrisa y ser fuerte. Cuando no lo lograba, se convertía en una situación de mierda y que nunca voy a superar.







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