"Después de ver esa imagen y gritar, simplemente me desconecté"
- Por Florencia Mansilla
- 11 jul 2017
- 2 Min. de lectura
Me desperté con dolores abdominales tan intensos que apenas pude levantarme de la cama para ir al baño. Recuerdo estar sentada en el inodoro quejándome del dolor mientras sangraba en gran cantidad. Algo salía de mi cuerpo pero no cayó, quedó ahí colgando. Sentí terror de mirar pero tuve que hacerlo, y ahí estaba… un pequeño bebé con sus bracitos y piernitas, completamente cubierto de sangre.

Mi primer impulso fue gritar, no entendía qué pasaba así que grité y lloré al mismo tiempo. Llamaba a mi mamá. Cuando llegó apenas podía respirar debido al llanto, jamás pude recordar bien qué pasó en ese momento. Después de ver esa imagen y gritar, simplemente me desconecté.
Mi memoria salta a minutos después cuando ya estaba parada, temblando y aún con dolores fuertes, preparándome para ir al médico.
Dos meses antes me enteraba del embarazo. Algo difícil de asimilar con 19 años pero teniendo el apoyo de mi familia era distinto. Con mi novio estábamos asustado pero contentos a la vez, no teníamos idea de que esperar, solo sabíamos que nuestras vidas cambiarían. Mis padres lo supieron desde el primer momento, los padres de él tardamos una semana más en contarles.
Cuando lo supieron lo primero que propusieron fue abortar. Mi suegra siendo médica no tenía ningún inconveniente para conseguir las pastillas, pero ahí estaba yo mirándolos con ojos llorosos. Nos fuimos. Ni mi novio ni yo queríamos terminar con el embarazo. Estábamos aterrorizados, no sabíamos bien cómo iba a ser nuestro futuro como padres pero nunca pensamos en abortar. Así que mis queridos suegros tuvieron que hacerse a la idea de ser abuelos.
Listo, saltamos todas las barreras así que era el momento de concentrarnos en el cambio de vida y el hijo por venir. Larga lista de posibles nombres y aun más larga la de posibles padrinos.
El embarazo fue sinceramente horrible, tenía ganas de comer muchas cosas pero no podía mantener nada en el estómago. Tomaba reliverán cada cuatro horas y aún así las náuseas no se iban.
Un día antes de despertarme con esos dolores abdominales visité a mi novio en casa de sus papás. Los noté raros pero supuse que todavía seguían algo enojados por querer continuar el embarazo. Al día siguiente lo perdí. ¿Coincidencia? nunca lo voy a saber.
Un día entero esperando para entrar al quirófano y que me hagan el legrado. Ingresé 21:30, me desperté una hora después en el pasillo fuera del quirófano sin nada más que el vació que me quedó. Hoy, se me llenan los ojos de lágrimas pensando en cómo sería mi vida si no lo hubiera perdido.
Comments