"Me agarró un ataque de pánico y sentí que me iba a morir"

Sufrir ataques de pánico es de esas cosas que no le deseo a nadie. Sentir que me estoy por morir, que me quiero escapar y no saber a dónde. Quiero estar sola pero a la vez que alguien me haga sentir bien.

La primera vez que me pasó iba en el tren al trabajo en Capital y empecé a sentir que me desvanecía, que me iba a desmayar. Primero creí que nada más me había bajado la presión. Se me cerró la garganta, comencé a llorar sin poder parar y parecía que el corazón se me iba a salir pero a la vez se me estrujaba como trapo de piso. Los oídos se me taparon, la cabeza y el pecho sentía que se me aplastaba muy fuerte. Pensé que todo eso no iba a parar nunca más y que iba a morir, necesitaba escaparme.

Rodeada de gente, me sentía sola. Entre estación y estación una señora se me acercó y me contó que también había tenido ataques de pánico, me contuvo un poco, pero se tuvo que bajar. Después estuve sola un largo tiempo, hasta que un psicólogo que había se acercó y me ayudó durante cinco estaciones de tren. Pero después llegamos al final y cada uno tomó su camino.

Otra vez sola, ahora en el departamento donde trabajo y estoy todo el fin de semana. Ese sentimiento volvió, estuve tres horas seguidas llorando sin parar. La llame a mi mamá por teléfono, y me pudo calmar un poco. Después a Micaela, mi mejor amiga, que ya le había pasado varias veces y como nadie supo calmarme. Sin entender porque, no tenía ninguna razón pero el sentimiento de angustia estaba. Mi cabeza es constante, a cada rato pienso en lo que los demás opinan de mí.

La inseguridad y los nervios es algo de 24 hs en mi cabeza. Hay una presión que yo misma me impongo, pensando en estereotipos de mujer perfecta y que dirán los demás de mí. Cualquier otro, aunque ni lo conozca. Sobre cualquier cosa, desde mis uñas hasta lo que digo o decido. Estoy todo el tiempo viendo fotos de chicas lindas, flacas, con lindo cuerpo. Un ideal muy difícil de alcanzar, y aunque todo esto lo acepto me es imposible aceptarme tal cual soy.

Es una ansiedad social que no puedo controlar, tengo esa necesidad de agradar todo el tiempo. Las redes sociales son otro mal perseverante en mí. Y como no hago ninguna actividad física ni nada que me distraiga es un consistente pensar.

Había tenido antes ataques de taquicardia y angustia, pero nunca al punto extremo de estar así. Y me paso en el peor lugar, rodeada de gente y lejos de casa. Los días siguientes me costaba estar en lugares llenos de personas. Pero después pasó. Fue como una pesadilla pero despierta, así que como toda pesadilla en algún momento terminó.